La pregunta que me deja el año 2009 y el fin de una década: ¿Cuánto es suficiente?

Parece ser la pregunta que nunca nadie se formuló antes del crecimiento desmesurado de la burbuja inmobiliaria, ni durante y, menos aun, después del desplome financiero y económico.



Terminal de automóviles puerto de Rotterdam, 13 de febrero de 2009, miles de vehículos nuevos esperan comprador (Periódico El País, España).
A pesar de que los efectos inmediatos de la actual crisis son profusamente abordados por los medios de prensa más visitados, leídos o escuchados, como el desempleo voraz o la falta de crédito para impulsar nuevas actividades económicas, que suman en una profunda crisis el panorama de España, son pocas las publicaciones o editoriales o personas, en definitiva, que al parecer han reflexionado acerca de las raíces mucho más profundas y poco analizadas de esta situación en la que nos encontramos.


¿Cuánto es suficiente? Parece ser la pregunta que nunca nadie se formuló antes del crecimiento desmesurado de la burbuja inmobiliaria, ni durante y, menos aun, después del desplome financiero y económico ¿Hasta cuánto realmente se podía crecer, crecer y crecer…? Una reflexión no menor si se considera que la palabra crecimiento es la única presente en cualquier discurso de cualquier partido político o de la Casa Real española, como fórmula “mágica” para salir de la situación actual. ¿Por qué en Europa se producen más vehículos de los que realmente se consumen o son necesarios? ¿Cuántos planetas tierra serían necesarios para mantener un nivel de producción como el de esta década? ¿Cuánto es suficiente?

Esta pregunta no es nueva y ya en los años ’80 mi compatriota de origen Sueco Manfred Max Neef, ganador del llamado “Premio Nobel Alternativo”, los Right Livelihood Award, en 1983, por su postulado de “Desarrollo a Escala Humana” que centralmente apunta a que el Desarrollo debe referirse a las personas y no a los objetos, ya se la había formulado. En este sentido, en el ámbito del desarrollo a escala humana, podríamos realizarnos una pregunta en apariencia pueril: ¿cuánto debe crecer una persona?

Algo que resulta tan fácil de visualizar en un ser humano, como es la imposibilidad de un crecimiento permanente en el tiempo, siendo totalmente inorgánico e insostenible, sin embargo, no se traslada a las esferas de quienes dirigen los destinos económicos del planeta, prevaleciendo en el discurso que el crecimiento será la única vía para salir de la situación de crisis actual. Me parece que algo más de reflexión debe existir ante una situación de parón económico como el actual, ya que difícilmente, creo, las mismas fórmulas que nos están conduciendo hasta el abismo, serán las que nos salven como especie humana.

Me parece relevante plantearse de verdad temas centrales como cuánto es lo realmente deseable de crecer, o en qué áreas se puede crecer y cómo, sin afectar con ello la sostenibilidad de los ecosistemas o generar guerras por el coltán como en el Congo. Claramente, la felicidad profunda del ser humano no se encuentra en el consumo desmedido, ni en llenar nuestras barrigas hasta reventar y aumentar los problemas de salud pública por obesidad.

El hambre en el mundo puede desaparecer, sólo es necesario mirar a nuestro alrededor y actuar en consecuencia, con real aprecio por el otro, el que es diferente. Curiosamente, estimo que el necesario cambio de conciencia o de paradigma que debe producirse, para una vida en equilibrio de la especie humana con su medio y sus semejantes, también nos puede conllevar a un mayor estado de felicidad, de plenitud y de paz con nosotros mismos.